BIENVENIDOS

Hola amigos del planeta, bienvenidos a este sitio, en el que encontrarán textos originales del autor, cuentos y poemas, algunos de los cuales están escritos en náhuatl debido a que en el municipio de Rafael Delgado, Veracruz, México, aún se conserva esta lengua nativa de estos lares.(Pedro Enríquez Hdez.)



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27 nov 2011

PERSECUTOR


PERSECUTOR

Se sintió perseguido, hostigado, buscado, rastreado, cazado, acosado, acorralado…
Su persecutor iba tras él cada vez que emprendía una salida.
Entonces vino a su mente lo más macabro que había hecho en su vida: matarlo.
Para hacerlo tenía que conseguir un arma; una pistola, por ejemplo.
Pero no tenía dinero.
Tuvo que botear en las calles y en los camiones de pasaje, diciendo que el dinero era para su madre quien estaba enferma.
Compró un revólver viejo de seis tiros pero sólo podía disparar cinco balas, la última se quedaba atorada en el cilindro.
Más el persecutor seguía ahí, cerca, muy cerca de él, por lo que la operación de compraventa la hizo con mucha prudencia para que el enemigo no pudiera enterarse del plan.
Planeó matarlo de noche.
Al salir sigiloso de su casa vio que no había nadie.
Miró por todos lados entre la oscuridad, con la pistola en la mano y con el cartucho cortado.
Pero nadie.
Se quedó parado ahí, afuera de su casa.
Amaneció.
Con la luz del sol vio de nuevo a su enemigo.
Sin mediar palabras, giró rápidamente y descargó las seis balas; sólo que la última no disparó, quedó atorada en el arma.
Su sombra siguió ahí.
“Hoy me doy cuenta que sólo muerto yo, desaparecería mi enemigo”, dijo al ver que su sombra no murió.


HORMIGAS


HORMIGAS

Un libro y una hormiga quedaron platicando largo tiempo.
Llegaba el día y llegaba la noche y la conversación se estiraba como una espiral hasta las profundidades de los océanos.
Los peces se asustaban.
La hormiga se enamoró del libro.
Hizo un hoyo enorme en la tierra y acondicionó su nido con muchas hojas de distintos árboles. Invitó a muchas hormigas más.
Hasta ahí se llevó al libro.
Lo cortó en mil pedazos y se los dio a la enorme población de insectos.
A partir de ahí todo cambió.
Las hormigas se hicieron sabias.
Ahora todos los días salen a cortar hojas y hojas de los árboles para hacer más libros.

23 nov 2011

ZARIGÜEYAS


ZARIGÜEYAS
A la Peke con amor

El tlacuache

A un ladito de mi casa hay una barranca grande en donde casi nadie entra. Ahí pasa un arroyo. En las laderas de esa barranca hay hoyos en donde viven los tlacuaches.

Una vez mis papás me compraron dos patitos. Uno era macho y la otra hembra.

En cierta ocasión escuchamos ruidos afuera de la casa. Cuando salimos vimos que había un tlacuache que se quería comer a los patos, cuando éstos ya eran grandes.

El tlacuache ya no los pudo comer y mejor les ofreció su amistad.

-A ver patos, no me tengan miedo, no les haré nada –dijo el tlacuache-. Mejor les propongo que seamos amigos.

-Está bien, tlacuache, a partir de ahora somos amigos, contestaron los patos.

Un día el tlacuache se cayó en el agua del arroyo. Pedía a gritos auxilio porque se estaba  ahogando. Los patos al escucharlo lo fueron a ver.

Los dos patos se ayudaron y salvaron al tlacuache. El tlacuache agradeció el buen gesto de los patitos.

Una vez más se dijeron ser grandes amigos.

La amistad es muy importante porque permite ayudarnos cuando estamos en problemas.

Amor y respeto

Mis padre me compraron dos patitos, uno era macho y la otra hembra.

Me dijeron que debería de cuidarlos y quererlos mucho porque eran mis mascotas. Yo les contesté que sí.

Un día salieron todos de viaje. Me encargaron cuidar bien a las mascotas.

A un lado de mi casa hay una barranca y en la noche salen de ahí unas zarigüeyas en busca de alimentos.

Pero en la noche me quedé bien dormida y no escuché en qué momento las zarigüeyas o tlacuaches se metieron al corral y se comieron mis patos.

Llegaron mis padres y yo me asusté mucho porque no pude cuidar bien a las pequeñas aves.

Cuando vi a mi papá parado en frente de mí sentí mucho miedo.

Mi papá se me quedó mirando sin decir palabras. Yo quería llorar. Hubo un silencio. Pero para mi gran sorpresa, mi papá me dio un abrazo fuerte y me dijo:

-Tranquila, princesa. Quiero que sepas que tú eres más importante que un pato, y no tiene caso pelearnos por lo que pasó.

La actitud bondadosa de mi padre me hizo recordar que en mi casa existen dos valores muy importantes: Amor y respeto.

El tlacuache y La Paca

Primero escuché el sonido de sus dedos en las láminas de la casa. Dije “es un tlacuache”.

Poco después percibí ruidos fuertes en el corral de las aves. Eran las dos de la mañana. Tomé la linterna de mi papá y salí para ver que ocurría. Los patos ya no estaban en el corral.

Ahí, cerca del corral, estaba parado un tlacuache, mientras que mi perrita La Paca estaba ladrando en el fondo de la barranca.

La llamé.

-Pacaaa

La Paca en seguida se acercó a mí.

-Mira –le dije, señalando a la marmosa mexicana, zarigüeya o tlacuache, que estaba enfrente de mí.

La Paca, con mucho cuidado, se acercó a olerlo. Y al comprobar que se trataba de un animal, se lanzó sobre él mordiéndolo en el lomo. La marmosa enseguida se tiró al suelo fingiendo haber muerto.

Conseguí un pedazo de mecate y lo fui a amarrar en la azotea de mi casa para poder verlo bien al día siguiente y luego soltarlo.

Enseguida salí a buscar a la patita que no estaba. Oí que andaba en el arroyo. Bajé a la barranca entre la oscuridad y la fui a traer.

Luego me fui a dormir de nuevo. Al día siguiente, muy tempranito, fui a ver al tlacuache que lo había dejado amarrado arriba de la casa.

En el lugar sólo encontré el mecate atorado en la punta de una varilla metálica. La zarigüeya se había soltado. Dije “está bien, después de todo el animalito debe estar libre”.