JUDITH
Donde
quiera que estés, amiga, con cariño.
I
Si hablamos de la luna
solitaria,
Judith, amiga íntima y
querida,
verás que está muy lejos de
tu vida,
y sólo ves su forma
legendaria.
Aunque tus labios griten con
plegaria
sólo eco habrá en la noche
adormecida,
porque ella vive fija y
desasida
de aquí donde te encuentras
solitaria.
¿Ves? Nadie te acompaña en
este mundo,
sola estás. Un silencio muy
profundo,
como la noche, quiere estar
contigo.
Por eso yo te canto con mi
verso
para que haya armonía en tu
universo
y guardes siempre el poema de
tu amigo.
II
Soy un hombre cantor de la
belleza;
si hay alguna flor bella y
perfumada,
doy mi canto a su imagen
sonrosada
y trato ahuyentarle su
tristeza.
En este caso, solo y con
firmeza,
canto en una floresta
sosegada,
donde la flor hermosa y
perfumada
sonríe en su melífera belleza.
Esa flor eres tú, amiga
Judith,
que cual punto lejano del
Cenit
en ti hago centrar la mirada
mía.
Y con todo ello, flor de los
rosales,
logro obtener mis grandes
materiales
para construir mi máxima
poesía.