XOLOCHI
Xolochi
se levantó temprano para ir a la manifestación en la capital Tlatzikayopan,
invitado por los líderes sindicales y demás maestros, para repudiar y rechazar
el programa Acuerdo de Evaluación Universal de docentes y Directivos.
A
pesar de que dicho acuerdo fue pactado entre el Ministerio de Educación y el
Sindicato de Maestros, muchos docentes se ofendieron con la medida de ser
evaluados, porque era obvio que tenían que prepararse bien a fin de dar mejores
resultados en las aulas y en la estructura educativa del país.
El
pacto de evaluación contemplaba que a partir de 2012 los más de un millón 200 mil maestros de preescolar,
primaria y secundaria del país fueran evaluados de manera obligatoria, debido a
que el sistema educativo requería que todos los maestros se evaluaran para
conocer sus fortalezas y necesidades de capacitación. Pero muchos se opusieron
a este acuerdo. Por eso, Xolochi se levantó hoy preocupado por no haber
encontrado solución personal a pesar de que no pudo conciliar el sueño toda la
noche.
-No sé realmente qué hacer –le dijo a su esposa
Kuahchimonteh.
-Haz lo que tu lógica te dicte –le respondió.
Xolochi últimamente estaba muy confundido, pues
en las reuniones sus líderes azuzaban a los docentes a oponerse a las medidas
del gobierno.
-El Acuerdo de Evaluación responde a medidas
extranjeras –decía uno de los representantes de la educación-, y va en contra
de nuestra originalidad mexicana, en contra de nuestras tradiciones, en contra
de nuestras etnias…
Por eso señores, agregó, los invitamos a oponerse
a este acuerdo; no es posible que por medio de la educación y de los avances
tecnológicos abandonemos nuestras tradiciones y dañemos a nuestros niños y a
nuestro querido pueblo. Es necesario que nos manifestemos en las calles y
rechacemos al candidato a la Presidencia que representa al sistema de gobierno
actual, que busca forzarnos a ser evaluados. Los invitamos a votar por el candidato
del Partido Regenerador Integral quien promete a establecer, si llega al poder
presidencial, un nuevo modelo educativo que no requeriría de evaluaciones para
el magisterio.
¿Oponerse a los avances tecnológicos?, meditó
Xolochi.
-Si es así, lo haré –expresó.
-¿Que vas a hacer? -interrogó la señora.
-Iremos a vivir lejos de aquí.
-¿Pero cómo y por qué?¿Qué pasa?
Si se trata de renunciar a la era tecnológica,
vamos a vivir en alguna aldea, en alguna selva. En pocos días Xolochi y su esposa
pusieron en venta todo el menaje y artículos domésticos, como televisor, horno
de microondas, computadora, teléfono residencial y celulares, camas, sillas,
mesas, juegos de sala, estufa… vaya, tiró hasta los encendedores y cajas de
cerillos. Renunció al trabajo docente y enfocó las pilas hacia el retroceso
social.
En menos de dos meses el profesor y su familia
tenían una pequeña choza en la comunidad Tlankuitztempa, una selva virgen donde
sólo había 23 familias viviendo de la caza y de la recolección de frutas y
raíces. No había dueño del territorio y sólo había un jefe de la comunidad, el
más anciano de los habitantes, quien en un principio se opuso a la presencia de
los intrusos, pero que después de escuchar al maestro aceptó que se integraran al
grupo social, bajo ciertos términos y condiciones.
Hoy en día el ex profesor se siente contento y
feliz por haber logrado desligarse de la loca civilización, moldeada por un
régimen económico llamado capitalismo salvaje. Respira tranquilo por ser
congruente y haber aplicado lo que le dijeron en las reuniones de trabajo:
renunciar y rechazar los avances tecnológicos.
El único problema era que tendría que vivir como
los aborígenes del lugar.
-La neta estoy lejos de las hipocresías –le comentó
a Kuahchimonteh-, aunque los avances tecnológicos vienen comiendo la naturaleza.