BELLO AMANECER…
Eran
las seis de la mañana.
Mis seis
horas de sueño eran suficientes.
Escuché
el lejano cantar de las aves.
Vi una
ligera claridad a través de la ventana.
Me incorporé
rápido, sin demora.
Salí
de la casa.
Alcé el rostro y sonreí.
La claridad
del sol formaba arreboles en el cercano horizonte de las montañas.
Se veía
la media luna y las pálidas estrellas en la bóveda celeste.
Los árboles
se veían imponentes bajo los cuales corría como gacela.
Mmm percibía
el rico aroma de las plantas y flores silvestres.
Qué hermosura.
Qué alegría.
Qué bienestar.
Detrás
de mí corría El Salvatrucha, mi perro enorme de color rojizo.
Se veía
alegre también.
Me miraba
y echaba sus orejas hacía atrás,
con
su hocico abierto y la lengua afuera.
-¿Qué
es eso, Salvatrucha?¿Sonríes?
El perro
corría más y saltaba.
Realmente
sentía una gran emoción correr en un lugar solitario, percibiendo un aire limpio
de toda contaminación, sin ruidos citadinos, más que el ligero silbar de los
árboles y el canto hermoso de los pájaros.
Más tarde
me encontraba de bajada de la colina.
El sol
estaba a punto de asomarse.
Ahora
corría en una cañada. Ambos lados se erigían imponentes y majestuosas montañas.
Escuchaba
y veía correr las aguas cristalinas del arroyo, entre arbustos y piedras blancas y planas.
El día
había llegado.
Sin
lugar a dudas, existes Creador del Universo.
Y la
maravilla que nos ofreces es excelente.
Gracias
Dios mío por darme la oportunidad de comenzar este bello amanecer.