EL RICO POBRE
Había una vez un hombre que quiso tener mucho dinero. Acudió a los grandes acaudalados para preguntarle cuál era la receta para acumular mucha riqueza. Los potentados sólo le dijeron que el secreto era trabajar. “Pues a trabajar”, dijo el individuo.
Convocó a varios hombres de la comarca y los invitó a realizar una especie de sociedad cooperativa. Todos aceptaron la maravillosa idea porque se convencieron de que el proyecto no sólo volvería ricos a los hombres, sino a toda la región donde se encontraba asentada la población. El grupo quedó como de cien hombres. Cada uno aportó una res, hembra o macho. Instalaron un gigantesco corral en el potrero. Más tarde los animales empezaron a multiplicarse. El grupo empezó a vender leche y carne a los pueblos más cercanos.
Y cuando la empresa empezaba a crecer en forma extraordinaria vino lo inesperado. El rico pobre tomó una idea absurda. Comenzó a liquidar poco a poco a los socios de la empresa hasta quedarse él solo y su familia con todo. Nadie se atrevió a reclamar sus derechos porque el rico pobre, para demostrar su poderío, mató públicamente a los dos primeros hombres que se inconformaron.
Para demostrar que él también era pobre, no utilizaba el dinero que en ese entonces ya era una gran fortuna. Sus bienes de gran valor, como oro, plata y dinero, los transportaba a los bancos de otros países. Él vivía en una casa pequeña de madera, y si alguien acudía con él para solicitarle apoyo, a sabiendas de que era el propietario de una enorme empresa, el rico pobre en vez de brindarle apoyo al pordiosero empezaba a quejarse de no tener dinero.
Todos los días mandaba a sus familiares a llevar dinero de las cuentas del día a los bancos. Tenía mucho dinero, pero en su casa carecía de todo. Se alimentaba él y su familia de algunos productos del campo. No salía a viajar ni disfrutaba su dinero. Más tarde sintió un deterioro de su salud y alguien le dijo que era por ingerir alcohol de manera inmoderada.
Una vez pasó por la región un sabio que también tenía mucho dinero y varios de los pobladores se acercaron a él y le preguntaron por qué era tan pobre el Rico Pobre, si tenía una gran empresa de carnes y leches. El sabio les explicó que en efecto, el Rico Pobre sí era un pobre y toda su vida habrá de padecer la misma escasez por una simple razón. “El dinero que tiene no es de él”, dijo el sabio. “Y nunca lo disfrutará”. “La falta de abundancia no está en lo material, sino en su espíritu”.