BIENVENIDOS

Hola amigos del planeta, bienvenidos a este sitio, en el que encontrarán textos originales del autor, cuentos y poemas, algunos de los cuales están escritos en náhuatl debido a que en el municipio de Rafael Delgado, Veracruz, México, aún se conserva esta lengua nativa de estos lares.(Pedro Enríquez Hdez.)



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15 nov 2009

PAKILISTLI (ALEGRÍA)

PAKILISTLI
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..................................Con amor a Xelitzá Abril
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Se chokotsin tlahpia,
tlakatl yolkatl kilpia,
totolin ahkopa tlachia,
ah, wan neh nochan inia.

Patlanin tototsin,
kuatlehko mototsin,
tipakih ipan moyolostin,
ah, xitlakuika chokotsin.

Neyawi momamantsin,
tlakah itenanstin.
¿Kanin ye ichantsin?
Ah, tikwikilia se pantsin.

Tonaltsin neh walxotlatok,
totonki techmakatok.
¿Tlekan amo tlamokatok?
Ah, tototsin ne tlakuikatok.

Nitsikuini ipan atsintli,
nimoanelowa ke itskuintsintli,
nipolakiiih ¡se kuatsintli!
Ah, neh nia nikkuitin se sintsintli.

Se ichpokatsin mawiltia
iwan istkui semitian,
ompa owalla chokotsin yen tlahpia
wan kikitskis okinekia,
ye okitoh “ne inia”
wan oyahki otsikuintia.
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ALEGRÍA


Un niño está cuidando,
el señor amarra un animal,
la gallina mira hacia arriba
ah, y yo me voy para mi casa.

Vuela el pajarito,
trepa la ardillita,
tú te alegras en el corazón,
ah, canta, niñito.

Allá va tu madrecita,
veo que ya está viejita
¿Dónde vive ella?
Ah, con que le llevas un panecito.

El sol allá brilla,
nos envía calorcito
¿Por qué no hay silencio?
Ah, el pajarito allá está cantando.

Salto sobre el agua,
nado cual un perrito,
me hundooo ¡una maderita!
Ah, yo me voy a traer una mazorquita.

Una niña estaba jugando
con su perro un día,
ahí llegó el niño cuidador
y la quiso agarrar,
ella dijo “ya me voy”
y se fue alegre saltando.

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XIMITOHTIH (BAILA)

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XIMITOHTIH (BAILA)


Xikwiwixo motlanikueh, ximitohtih;
xikitah siwatl,
masepakih axan
tlaltikpak tikateh.

Masemotankachoh,
masetsikuinih,
masewetska,
masemitohtih,
inin tlalli Totahtsin otechmakak.
¿Tlekan sechokas?
Nekah tliolli, etl, atl
wan ehekatl tlenon sekiyokuis.

Xikitah siwatl,
kualtsin tonah,
totome tlakuikah,
yolkameh pakih.

Amoh xitliokoya:
tikpia mopapan wan momaman,
otlanes kualtsin.

Teh kualli tikah,
tikpia momawan
mometswan,
moixtololowan,
monakaswan;
nochih tikpia, komaletsin,
ikinoh, noyoloh, masemitohtih:
xikwiwixo motlanikueh.
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BAILA
Sacude tus enaguas, baila;
mira mujer,
alegrémonos hoy
que estamos en el mundo.

Bailemos girando,
brinquemos,
riámonos,
bailemos;
este mundo Dios nos lo dio.
¿Por qué hemos de llorar?
Ahí hay maíz, frijoles, agua
y aire que respirar

Mira mujer,
hace bonito sol,
los pájaros trinan,
los animales se alegran.

No estés triste:
tienes papá y mamá,
amaneció bonito.

Tú estás bien,
tienes manos,
tus pies,
tus ojos,
tus oídos;
tienes todo comadrita,
por eso, mi alma, bailemos:
sacude tus enaguas.
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6 nov 2009

AZUL BRILLANTE

Ayer por la mañana, cuando bajaba la pendiente de una barranca en busca de un armadillo, que un día antes el hijo de Ernesto dijo que lo había visto pasar por ahí, lastimado y ensangrentado del lomo, con la concha rota, mi hermana Marcela me gritó para que subiera a verla, que algo tenía para mí. Jadeante y con las manos sucias recibí de ella un sobre doblado y en cuyo interior había un papel con un mensaje escrito en él. ¿Está destinado a mí?

-Sí, es para ti –me dijo Marcela.

Consideré indiscreto abrir delante de ella el sobre de color café y con mi nombre escrito en medio del papel. No tenía sellos ni timbres postales, ni nombre de algún remitente. El sobre estaba liso. Sólo mi nombre “Tetl Xotlatok”, con letras manuscritas, muy brillantes en color azul celeste, lo cual me indicaba en seguida que el remitente era una persona grande de edad, pero que todavía tenía el gusto de escribir con adornos, claro, por lo de azul brillante. ¿Será de mi abuela o de mi abuelo? No. Yo ya no tenía abuelos. Recuerdo que mis abuelos paternos fallecieron cuando yo tenía como siete años de edad. Mi abuelo paterno murió sin conocerlo. Y mi abuela pereció hace como ocho años.

Me limpié las manos, digo, me las lavé, y luego entré a mi alcoba para abrir el sobre y leer el misterioso mensaje. El silencio magnificaba el ruido o el crujir del rompimiento del papel. Extraje con cuidado la hoja escrita. Eran dos hojas de un viejo cuaderno a cuadros. Toda la escritura era en manuscrito. Para no seguir explicando, a continuación transcribo
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El texto completo.

“Lo vio en la noche. Sí, lo vio en la noche. Ella vivía en un lugar semidesértico llamado Nikantiawih. Lo extrañaba mucho porque él había salido para ir a otra esfera pero que llevaba varios segundos que no sabía qué pasaba en su viaje. Sólo los niños reían a carcajadas y ella sentía que la aturdían.

Ante su mirada cayó una hoja seca, tirada débilmente por un suave viento que pasaba como un fantasma. Ella recordó el tren que venía de Oztotla y pasaba en el puente delgado de su pueblo amarillento, con pequeños arroyos y cascadas altas como lianas de los árboles más altos. No, no había oxígeno en sus pulmones. Bueno eso sentía ella. Nunca se imaginó que estaría sola. Solo los perros entendían porque siempre se encontraban amarrados en un viejo árbol que había en su patio, a un ladito del escombro amontonado derivado de una casa antigua que le había dejado su madre.

Pasaron muchos días sin sentir felicidad y pensaba que era porque en las nubes no estaba Dios. Los océanos la inquietaban, pero se alegraba un poco en el fondo de su corazón al pensar que a muchos kilómetros él estaba en algún sitio del universo, pues su viaje era largo, era sideral, el único problema era que no tenía conocimiento en qué lugar exactamente estaba y cuándo regresaría a su lado.

Recordó que el sol ya no brillaba igual. Entonces se soltó a llorar. Se agitaba mucho su corazón. Así estuvo muchos segundos hasta que sintió el calor de un abrazo. De nuevo sintió el suave céfiro que movía débilmente las hojas de los árboles. Percibió un leve calor en su corazón. Sonrió. Era él. Sí, era él.”

Así termina el escrito raro.

"Ese él eres tú", me dijo mi hermana, quien estaba sentada en la orilla de la barranca y cargando el armadillo herido en su lomo.

-Sí. Tal vez. El espacio está abierto; es un jardín donde florecen todas las flores.
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5 nov 2009



IMÁGENES

La acción de volar lo idiotizó. Le dijo que dejara de pensar para no sentirse idiota. Muchos lo miraban porque él, a pesar de que pretendía ocultar, se le notaba en el rostro su nerviosismo. Pero más la huella triste que escurría en su ajada cara. Desde lejos unos niños de secundaria que caminaban cargando sus mochilas le gritaban: “que se arroje, que se arroje”.

Pero él sólo miraba callado. Se veía que sus lágrimas venían muy cerca y estaban a punto de inundar sus pupilas grises. Entonces apareció una mujer de bello rostro, quien se le acercó despacio y le extendió la mano. No supo qué hacer. Siguió mirando hacia arriba. Al levantar la mirada, vi que miraba una solitaria golondrina que surcaba el espacio adornado con enormes pedazos de nubes como algodón recién empacado.

Nadie se movía. Gilberto levantó una mano y señaló con el índice derecho a la muchedumbre que se acercaba al puente colgante que permitía llegar al otro lado del sitio, donde se veían agradables árboles frondosos y un pasto demasiado verde con bellísimas flores que sonreían a todos los caminantes que pasaban por ahí.

Caminaba descalzo para –decía- no lastimar las pequeñas piedras del camino, pero más tenía cuidado de no pisar ninguna flor, ni siquiera los pétalos secos que yacían muertos en los verdosos céspedes del jardín silvestre. Más adelante vio que un enorme hontanar arrojaba un chorro grueso de agua, con muchos litros por segundo. Se acordó que en su casa no había agua para beber. “Ojalá pudiera llevar un poco de agua”, pensó.

A lo lejos se veía una montaña con manchas verdes y blancas. Una niña que estaba sentada ahí cerca, descalza y con la blusa rota, le dijo que las manchas verdes eran los árboles y las manchas blancas eran las piedras. Mariela se sorprendió no por las manchas del cerro sino por la condición de la pequeña. “¿Dónde está tu madre?”, le preguntó. Pero la niña no respondió. Ese cerro se llama Ocotzotla, contestó, en vez de responder la pregunta de Mariela.

Después de pretender hacer una entrevista con la madre de la niña, pero que no la pudo localizar por más que la buscó, Gilberto presumía de su “sagacidad” con Mariela: “A partir de la semana entrante me irá mejor en mis ingresos”, expuso; luego agregó: “el que entra de alcalde es compadre de mi comadre, y es muy seguro que me salpicará un poco de beneficio”. Ya no lo dijo, pero él vivía de la extorsión y del chantaje, y escribía para un periódico cuyos directivos no le pagaban ni un centavo por sus notas y reportajes de pésima calidad.

En tanto que el perro de color café con una franja blanca desde su cabeza hasta el lomo cavaba la tierra y a decir de los niños que nadaban en un charco de una lluvia reciente, el can había olido un armadillo. Y desde lejos la niña que estaba sentada en una piedra gritó: “no es armadillo, es ayotochin”.

Un hombre que se estaba bañando casi desnudo en el río, a un ladito de donde salía más agua en grandes cantidades, se sonrío. Mariela volteó la mirada hacia otro lugar pues se apenó al ver al hombre enjabonado y tomaba agua con una jícara para echársela en el cuerpo.

¿Qué es una jícara?, preguntó un joven de gorra azul que caminaba en la veredita que conducía a las faldas del cerro tomado de las mano con su novia Elsa. La chavala explicó que jícara es una vasija o recipiente de origen natural, comúnmente hecha a partir del fruto jícaro, o bien de la corteza del fruto de la calabaza.

¿Y cómo sabes eso?, interrogó Arnoldo. Ah, pues eso dice Wikipedia, la Enciclopedia Libre –respondió la joven-, además mis abuelos en Tlankuitztempa sembraban las plantas de las jícaras y después de levantar la cosecha y secarla, bajaban a la ciudad Despoblada para vender esos recipientes naturales. “Mi abuela todavía la usa en estos tiempos”, agregó.

En el suelo arenoso, cerca del río, Karime Monterd vio un escrito que no entendía: "Tlakah, amoh xikalakikan ipan inin kolal”. El sol estaba en lo alto y el calor empezaba a calar hondo; la mujer tomó un sombrero que estaba colgado en un tronco a manera de estaca y se lo colocó en la cabeza. Sudaba. Sacó un pañuelo y se secó el rostro. Miraba los ocotes que sobresalían a lo lejos en las tierras empinadas de los cerros. Pensó un poco y luego se preguntó qué querrá decir esa expresión extraña que estaba en el suelo.

Un niño que se encontraba jugando con un perro blanco y una pequeña perra blanca también, a la que el infante le llamaba esta última Alpaca, sonriente le dijo a la mujer: “eso quiere decir señores, no se metan en este solar”.

Jaime abrió los ojos y bostezó, con la mente ida un poco. Vio su reloj. Eran las diez de la mañana. Miró a su derecha y se percató que junto a él estaba echado su perro blanco de nombre Pegaso. Se levantó, se bañó, se desayunó y se fue a trabajar. Sintió que había dormido mucho pero sin haber descansado bien, porque a su cabeza habían pasado muchas imágenes.

4 nov 2009

INCANSABLE

I
Incansable, trabajaba todos los días, entendiendo por día las 24 horas, es decir, el tiempo que abarca la noche y el día. Sólo se protegía de la lluvia y del frío. No pensaba en el ayer ni en el mañana, sólo vivía, trabajaba y comía.

Nunca supe si tenía un lenguaje para comunicarse con sus semejantes, aunque lo más seguro que sí, pues su organización era extraordinaria, envidiable. Ningún adulto se sentaba sino todos cortaban y cargaban para comer y construir sus viviendas.

Mas muchas veces no vivía sola. Además de sus semejantes se hacía acompañar por un enorme ser, que, a pesar de las diferencias en tamaño, presentaba los mismos colores: el rojo y el negro. 

Es increíble. En verdad que me sorprende mucho. Ella tiene la fortuna de poder volar porque hay épocas en que logra tener alas y, entonces, se da el gusto de salir de su casa y volar alto. Pero lo hace después de llover. 

Creo que al igual que en algunas colonias, su casa se inunda y por ende se ve en la necesidad de salir volando.

Una vez, muy tempranito, como a las 5:30 de la mañana, me desperté un poco alarmado porque escuché ruidos afuera de mi casa.

Me levanté rápido en la oscuridad, sin saber la hora, y en seguida salí sigilosamente por la puerta trasera de la vivienda. Prendí la linterna y lancé un potente haz de luz hacía el sitio y… oh, sorpresa, era ella que había llegado con un montón de compañeras. Al ver la luz se acercó a ella con toda la compañía y en verdad me maravilló con su presencia.

A veces me pongo a pensar por qué los seres humanos no somos así: trabajadores, organizados y vivir en paz. Como ella, camina, sube y baja para su casa sin mayores problemas. No cae en envidias ni en odios; no cae en alcoholismo, drogadicción ni ambiciones malsanas que destruyan a los demás. Solo vive y punto. 

Ella y sus semejantes nos enseñan que los seres humanos podemos vivir en paz, podemos trabajar organizados para el bien de todas las comunidades, teniendo como base la solidaridad y la buena intención con los demás.

Cerca de mi casa hay caminos por donde todos los días pasan y caminan con sus cargas. Eso es real. No es ficción y cualquiera lo podría corroborar. A veces de repente desaparece y parece que estuviéramos presenciando una ciudad fantasma. Pero luego de nuevo empieza el movimiento, el ajetreo, las filas, las cargas, el trabajo, la organización, el silencio… es en verdad admirable. Su nombre es hormiga.

II

Eran las mariposas como flores en movimiento. El sol brillaba intensamente en el pequeño arroyo que venía de las montañas, agua fría, casi helada, pero muy transparente cual si fuese un espejo. Un niño que vivía muy cerca en una pequeña choza aprovechaba para mirarse en esa agua mágica. Se tocaba su rostro y alisaba sus cabellos y luego sonreía con su espíritu que se reflejaba en las mansas e inocentes aguas venidas desde lejos.

Al lado izquierdo, se movían alegres los enormes álamos en cuyas copas también cantaban las aves alegremente. Era el inicio de una mañana que prometía ser un gran día. Y todos se daban cuenta de ello. El viento corría silbando entre las espesas ramas de los árboles, los pájaros retozaban de alegría y cantando al mismo tiempo, el sol sonreía en todo su esplendor, el infante acariciaba la superficie acuosa del arroyo.

Fue entonces cuando sonreí. Vi que la vida era todo. Mis seres queridos, el aire, el sol, los árboles, el agua, los cantos divinos, la salud; era en verdad el rostro de un creador que nadie lo ve.

III

El hombre se asomó al profundo pozo y me dijo que también me asomara para ver su profundidad. Tomó una pequeña piedra y la arrojó al fondo. Tardaron varios segundos para que se escuchara el golpe de la piedra que hizo sobre el agua. Eso indicó que la perforación era enorme. “Tiene cien metros aproximadamente”, dijo don Roberto, orgulloso de haber logrado extraer agua de un terreno duro y seco. “Es puro tepetate”, dijo.

Me contó que una vez la noria era jalada por un caballo que se llamaba Centauro. Era un caballo joven y fuerte, pero una ocasión se enredó con una reata y cayó muerto. No lo pudo salvar nadie porque todos, él, su esposa e hijos, andaban afuera. Habían ido a la feria del pueblo. Por eso nadie lo vio. Cuando llegaron se dieron cuenta que el equino estaba ahí tirado, ya muerto; pero al palparlo todavía estaba el cuerpo caliente. Se percataron que el animal acababa de morir. Entre todos tomaron el acuerdo de comérselo asado.

Don Roberto nunca supo si fue por eso que su esposa y uno de sus hijos al día siguiente sufrieron un grave accidente. Dijo que ese día se levantaron temprano. Él iría a ordeñar las vacas que estaban en un establo ubicado a varios kilómetros de donde vivían. Su esposa y uno de sus hijos saldrían del pueblo tempranito para llevar al niño a la escuela de la ciudad más cercana.

Llegaron al cruce más peligroso, donde había una lámina que decía “Cuidado con el tren”. El conductor detuvo el vehículo al ver que muy cerca venían los pesados furgones del ferrocarril. Sin saber por qué, el chofer soltó el freno del autobús y pisó sin querer el acelerador. El impacto fue brutal sobre los pesados vagones. Don Roberto se quitó el sombrero y se persignó al decir que muchas personas se despedazaron por el impacto y diversos miembros de cuerpos humanos se dispersaron por todos lados.

Desde entonces –dijo- ya no uso el pozo profundo, porque cada vez que pretendo sacar agua me vienen los malos recuerdos de mi familia y de mi caballo.



27 sept 2009

ERES TÚ LAS SIETE MARAVILLAS

Tú eres la maravilla principal del mundo.
Tu amor
Tus ojos
Tu sonrisa
Tu rostro
Tus labios
Tu forma de ser

Tú eres la maravilla principal del mundo y me inspiras a contemplar el Universo y esta Creación Divina que pocas veces valoramos. ¿Quién dice que esta tierra es el infierno y vinimos a ella para sufrir y pagar los pecados adquiridos? Bah, la tierra es un verdadero paraíso si alejamos el mal de nuestro espíritu y en él albergamos al ser absoluto, creador de toda estas maravillas. ¿Quién dijo que Adán y Eva echaron a perder al mundo perfecto por ineptitud de Dios? Bah, si Adán y Eva somos tú y yo y vivimos aún en este paraíso hermoso, donde podemos cortar las manzanas sin que nos aceche la serpiente.

Tu amor, tu ángel y tu voz cariñosa me llevan a los cantos angelicales producidos por la naturaleza, por el aire, por las flores y por el susurro divino de los ríos y mares, y por el canto de las aves.

Tus ojos me hacen pensar que el ente divino sabe que admiramos las estrellas y quisiéramos acercarnos a ellas para querernos reflejar, o para descubrir los misterios que sólo Dios sabe por qué los puso ahí.

Tu sonrisa es más enorme que las pirámides de Egipto, porque cuando estoy frente a ti y veo tu sonrisa, mi pensamiento se eleva al Creador y le doy las gracias por haberme dado la oportunidad de estar en esta tierra para disfrutar la hermosura de tus labios. Sin embargo, cuando contemplo las ruinas milenarias de Egipto sólo me hace pensar la existencia de un grupo de seres humanos que se pusieron a construir para destacar su ciudad.

Tu rostro es la bóveda celeste que me da paz y tranquilidad de noche y de día, y me haces pensar que la vida en este mundo no es casualidad; es parte de todo un proyecto para la evolución espiritual en busca de la perfección, sin importar el tiempo para ello.

Tus labios son el coro celestial del cual surgen divinos cantos que me transportan a la ilusión de existir en esta vida. Maravillosa creación divina sin la cual el mundo será distinto. Amor, cariño e ilusión, gracias por tenerme en bellas ensoñaciones que me hacen pensar que la vida va más allá de los planos físicos.

Tu forma de ser, sin maldades ni divinidades, es la magia de mi felicidad; en ella están todos los elementos de la creación, por ejemplo, las flores, el arco iris de las cascadas, el vuelo maravilloso de las aves, el silbar hermoso de las enramadas, el movimiento alegre de los peces, el dulce atardecer de la primavera, y mucho más. Eres tú las sietes maravillas.



23 ago 2009

LA BÚSQUEDA


Cansado de tanto ir a las iglesias y de no encontrar a Dios, me puse a recorrer al mundo para ver si alguien sabía dónde estaba el Creador.

-No, Dios no existe, me dice un desalentado empresario, quien manifiesta que su dios es el dinero y todos los días se levanta para ir en busca de la plata.

-Dios es un mito –explica un científico-, todo lo que vemos se creó por generación espontánea.

-Dios está en la Biblia, me indica un sacerdote. Si buscas tu salvación apréndete de memoria el contenido de las sagradas escrituras, ora todos los días, asiste a misa frecuentemente y cumple con todas las ceremonias eclesiásticas de rigor.

-Dios está en los templos, apunta un católico, quien antes de mostrarme los santos y las imágenes de su iglesia, se arrodilla y se persigna ante ellos.

Me mira silenciosamente y luego recorre con su mirada y una mano el amplio espacio del templo religioso, cuyos costados y techos presentaban un sinfín de objetos suntuosos, no sé si eran de oro de verdad o solo eran imitaciones de ese precioso metal. Luego agregó: esta es la casa de Dios.

-Dios está allá arriba, dice sonriente un representante religioso, quien interrumpiendo su oficio ante una gran cantidad de seguidores, agrega: si quieres ser ungido con la bendición celestial, intégrate a nuestro grupo, vienes diariamente a orar conmigo y de vez en cuando darás a dios un diezmo, con eso tendrás tu salvación.

Más tarde encontré a un humilde campesino quien hablaba a los árboles y pedía permiso antes de sembrar un grano en las áridas montañas. Después de hacerle la misma pregunta me explica:

Dios es un espíritu y energía divina universal, no es una persona ni es imagen o efigie de los templos.

Su manifestación energética está presente en toda la creación.

Si deseas amar a ese ente divino ama a su creación:

- Ámate a ti y a tu prójimo, que están constituidos por un espíritu.

- Ama a la naturaleza.

- Que tu misión en la vida, tanto en hechos como en acciones, sea siempre la de construir, no destruir.

Y verás que en tu existencia y al final de tu camino podrás sonreír por haber amado a Dios.

28 jun 2009




EL SOSPECHOSO


1



El padre Esmerado había salido temprano y en realidad nadie sabía a dónde había ido. Un día antes, durante la misa dominical, dijo que se preocupaba por los robos y asaltos que se presentaban en el país.


-Ya no respetan ni las iglesias -dijo-, pero qué bueno y gracias al Señor que aquí en esta iglesia nunca nadie nos ha robado.


Pero esa mañana todo el mundo se preguntaba a dónde iría el cura. Su auto no estaba en la cochera, su ropa estaba en orden, su celular estaba ahí, sus anteojos, su maleta… todo estaba ahí.


-Bueno –expresaron las dos monjas-, el padre Esmerado tiene derecho a darse su escapada.


Pasaron tres días y el cura llegó de nuevo al pueblo. Su sorpresa fue grande: en la caja fuerte de la iglesia habían desaparecido cien mil pesos durante su ausencia. Lo primero que hizo fue llamar a las monjas e insinuar sospechas que el robo había sido perpetrado por ellas. Flavina –la monja más joven y menos fanática en su religión- se incomodó por las insinuaciones del párroco y fue a la Agencia del Ministerio Público a presentar denuncia.


-¿Usted es la propietaria del dinero que desapareció? Preguntó la autoridad.


Flavina quedó triste y preocupada por no poder presentar la denuncia ya que el resguardo del recurso robado estaba a cargo del padrecito Esmerado.


-Padre –expresó la religiosa- el agente del Ministerio Público dice que la persona indicada para denunciar el robo es usted.


-No, hija –apuntó el párroco-. Yo no quiero escándalos. El pueblo está en santa paz, gracias a nuestra labor religiosa y sinceramente no quiero levantar escándalos.


Al siguiente día el sacerdote llamó a todos los que colaboran en la iglesia, desde algunos feligreses que frecuentaban a ese sitio sagrado, topiles, mayordomos hasta las mismas monjas. Todos expresaron no saber nada al respecto. Nunca a nadie vieron sospechoso durante la ausencia de Esmerado. El lugar donde se ubicaba la caja fuerte siempre estuvo cerrado bajo llave. Nadie tenía acceso.


Sin embargo, el padrecito en todo momento insinuó que las autoras de la desaparición del dinero eran las monjas, fundamentándose en el hecho de que en el sitio del robo dejaron tirada una dona para recoger cabellos.


“El robo, sin duda, había sido cometido por mujer o mujeres”, pensó.


¿Quién realmente había sido el autor de ese robo? El dinero desapareció cuando el padre Esmerado había salido durante tres días. Sin lugar a dudas no fue él quien robó. Porque ¿cómo realizar semejante acción estando ausente?¿Cómo perpetrar semejante acto sabiendo que es pecado, pues el Decálogo es muy claro al decir No robarás?


Pero es verdad que el resguardo del dinero estaba a cargo del cura. La llave para abrir la caja fuerte con ciertas combinaciones ha estado siempre en manos del sacerdote. Cuando le pidió una de las religiosas que presentara denuncia del robo para deslindar responsabilidades, el párroco se negó.
Ja, pero el dinero no era de él, era del pueblo. Un dinero que se había juntado con la aportación de los más pobres, quienes creyendo que de esa forma servían a Dios, daban unas monedas al sacerdote aunque algunas veces se quedaban sin comer.


2


-Padre, venga usted a comer –dijo la cocinera-; ya está su comida.


-No doña Esmeralda, esta vez no quiero comer.


La cocinera se acerca al cura. Y poniendo en práctica el mandato divino, abraza al sacerdote y le da un beso en los labios y le dice:


-¿Y ahora por qué no quiere comer, padre?


-Cállate, no me preguntes. Estoy molesto.


Después de un prolongado silencio, agregó:


-No entiendo quién nos roba las limosnas. Hace ocho días que vacíe las alcancías de todos los santos y al revisarlas ahora las encontré igual de vacías. ¡Cristo Jesús! Ahora no sé con qué pagaré la colegiatura de mi hija… mmm perdón, de mi sobrina.


-Padre, olvídese de eso por el momento –calmó doña Esmeralda-, recuerde que el Señor hace milagros.


-Tienes razón, hija; con un Padrenuestro el dinero aparecerá en alguna parte.


“Je je je je, si papi, digo padre” –pensó la cocinera-, “por ejemplo, podrá aparecer mañana en tu caja fuerte, je je je”.


3


Molesto porque ya no recibía dinero de la autoridad municipal, tal como habían acordado, Esmerado entró casi en forma violenta a la oficina del alcalde y espetó religiosamente:


-Hijo de… Dios. Sí. Así es. Hijo de Dios… ¿Qué pasó? ¿Por qué te has olvidado de mí? Hace un año bien que nos entendimos. Todos los impuestos que pagaron los vendedores ambulantes fueron para ti y a mí me diste lo que se recaudó por el pago de las entradas en las corridas de toro. ¿Y ahora qué pasa hijo?


El munícipe quiso responder, pero el cura no le permitió y siguió hablando.


-Ahora te estás pasando. No sólo no me diste lo de las entradas, sino que me fregaste cobrando tú los locales de los vendedores ambulantes que se colocaron al frente del atrio de mi parroquia. Además, te diste el lujo de pintar con el color de tu partido el poste donde vuelan los artistas papantecos.


-Ah, bueno –exclamó el alcalde, acariciándose nerviosamente sus bigotes de morsa vieja. Luego agregó:- ahí señor sacerdote hicimos un acuerdo.


-Sí, eso sí, pero si tú no cumples con ese acuerdo, de inmediato vas ahora mismo a despintar el poste; de lo contrario no te dejo que sigas con tu proselitismo político en el atrio.


-Está bien, señor cura, está bien. Por el momento le doy este pequeño adelanto.


-Je je je je, así se habla hijo. Te juro que te aseguras el reino de los cielos con esta importante generosidad que haces con este humilde intermediario divino.

4


Llegó el sábado y el albañil tenía que echarse una cerveza. Desde luego necesitaba un acompañante para libar. Él y su amigo quisieron romper la monotonía de siempre. Acordaron ir a tomar sus cervezas a un tugurio de Tecamaluca. Al entrar se llevaron una sorpresita: el padre Esmerado estaba ahí, sentado en un taburete del lugar, pero no estaba solo, estaba acompañado por una dama. El trabajador de la construcción lo reconoció enseguida a pesar de que el párroco se había puesto una gorra en la cabeza.

-Padre, ¿y usted qué hace aquí?

-Estás equivocado, yo no soy padre –respondió molesto-, me confundes, yo no soy padre –repitió.

Al poco rato, el sacerdote desapareció. Salió por una puerta posterior del tugurio y abordó un taxi que lo estaba esperando. Huyó.