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Hola amigos del planeta, bienvenidos a este sitio, en el que encontrarán textos originales del autor, cuentos y poemas, algunos de los cuales están escritos en náhuatl debido a que en el municipio de Rafael Delgado, Veracruz, México, aún se conserva esta lengua nativa de estos lares.(Pedro Enríquez Hdez.)



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6 nov 2009

AZUL BRILLANTE

Ayer por la mañana, cuando bajaba la pendiente de una barranca en busca de un armadillo, que un día antes el hijo de Ernesto dijo que lo había visto pasar por ahí, lastimado y ensangrentado del lomo, con la concha rota, mi hermana Marcela me gritó para que subiera a verla, que algo tenía para mí. Jadeante y con las manos sucias recibí de ella un sobre doblado y en cuyo interior había un papel con un mensaje escrito en él. ¿Está destinado a mí?

-Sí, es para ti –me dijo Marcela.

Consideré indiscreto abrir delante de ella el sobre de color café y con mi nombre escrito en medio del papel. No tenía sellos ni timbres postales, ni nombre de algún remitente. El sobre estaba liso. Sólo mi nombre “Tetl Xotlatok”, con letras manuscritas, muy brillantes en color azul celeste, lo cual me indicaba en seguida que el remitente era una persona grande de edad, pero que todavía tenía el gusto de escribir con adornos, claro, por lo de azul brillante. ¿Será de mi abuela o de mi abuelo? No. Yo ya no tenía abuelos. Recuerdo que mis abuelos paternos fallecieron cuando yo tenía como siete años de edad. Mi abuelo paterno murió sin conocerlo. Y mi abuela pereció hace como ocho años.

Me limpié las manos, digo, me las lavé, y luego entré a mi alcoba para abrir el sobre y leer el misterioso mensaje. El silencio magnificaba el ruido o el crujir del rompimiento del papel. Extraje con cuidado la hoja escrita. Eran dos hojas de un viejo cuaderno a cuadros. Toda la escritura era en manuscrito. Para no seguir explicando, a continuación transcribo
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El texto completo.

“Lo vio en la noche. Sí, lo vio en la noche. Ella vivía en un lugar semidesértico llamado Nikantiawih. Lo extrañaba mucho porque él había salido para ir a otra esfera pero que llevaba varios segundos que no sabía qué pasaba en su viaje. Sólo los niños reían a carcajadas y ella sentía que la aturdían.

Ante su mirada cayó una hoja seca, tirada débilmente por un suave viento que pasaba como un fantasma. Ella recordó el tren que venía de Oztotla y pasaba en el puente delgado de su pueblo amarillento, con pequeños arroyos y cascadas altas como lianas de los árboles más altos. No, no había oxígeno en sus pulmones. Bueno eso sentía ella. Nunca se imaginó que estaría sola. Solo los perros entendían porque siempre se encontraban amarrados en un viejo árbol que había en su patio, a un ladito del escombro amontonado derivado de una casa antigua que le había dejado su madre.

Pasaron muchos días sin sentir felicidad y pensaba que era porque en las nubes no estaba Dios. Los océanos la inquietaban, pero se alegraba un poco en el fondo de su corazón al pensar que a muchos kilómetros él estaba en algún sitio del universo, pues su viaje era largo, era sideral, el único problema era que no tenía conocimiento en qué lugar exactamente estaba y cuándo regresaría a su lado.

Recordó que el sol ya no brillaba igual. Entonces se soltó a llorar. Se agitaba mucho su corazón. Así estuvo muchos segundos hasta que sintió el calor de un abrazo. De nuevo sintió el suave céfiro que movía débilmente las hojas de los árboles. Percibió un leve calor en su corazón. Sonrió. Era él. Sí, era él.”

Así termina el escrito raro.

"Ese él eres tú", me dijo mi hermana, quien estaba sentada en la orilla de la barranca y cargando el armadillo herido en su lomo.

-Sí. Tal vez. El espacio está abierto; es un jardín donde florecen todas las flores.
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